En la antigüedad, los nombres revelaban características y atributos de las personas (por ejemplo, Jacob: suplantador, engañador); aun también podían señalar algún hecho histórico de la vida (por ejemplo, Samuel: porque lo pedí a Jehová). Así, en este punto de la historia, Sión sería llamada “Desamparada” y Jerusalén “Desolada”. ¿Pero por qué? Porque Jehová los entregaría a sus enemigos, serían desamparados de su protección, y abandonados de su presencia especial, castigados así por sus pecados, vendrían a ser una ciudad inhabitada y desértica, totalmente destruida y entristecida, es decir, desolada. La gente miraría Jerusalén y diría: “Desamparada… Desolada”. Cuando meditamos en la naturaleza de nuestros pecados, nuestras idolatrías, nuestras rebeliones, y transitamos por afuera de los muros de nuestra alma viendo su destrucción y su vaciedad, contemplando así la tierra de nuestro corazón, no hayando sino dureza y tristeza, una vida sin Dios, podemos identificarnos como que nuestro nombre es: “Desamparada”, “Desolada”. La realidad del pecado no arrepentido destruyó a Jerusalén hasta las ruinas ¿no lo hará con nosotros? ¿seremos tan ingenuos de pensar “tendré paz aunque ande en mis pecados”? Meditemos con espanto en la imagen del sitio de la ciudad de Dios y como se meneó la cabeza contra ella, diciendo “¿dónde está tu Dios?” su Dios estaba precisamente allí, derramando su furor contra ellos. Pero Jehová cambiará su desierto en Paraíso y su soledad en huerto, Él les promete restauración y salvación, Él, y solo él, les cambia el nombre por uno nuevo. ¡Nunca más te llamarás así! Hoy tu identidad es otra, hoy te pongo nuevo nombre, te transformaré por completo. “Mi deleite (amor) está en ti”, “tú eres mi esposa”, Hefzi-Bá Beula, esa eres tú. Ahora cuando te miren, no habrá desolación, ni abandono, sino que hallarán el amor de Dios, el gozo de Dios en ti. Tú eres mía, el vaso de mi amor, el objeto de mi cariño. El amor de Cristo es tan íntimo para contigo, que se atreve de llamarte “esposa”, es un amor de deleite, pasional, verdadero y abrumador. Si Cristo nos ama así, que él mismo fue desolado por nosotros y desamparado en la cruz, si su amor es de pacto fiel, que nunca será quebrado. ¿Cómo no regocijarnos y recrearnos en el nuevo nombre que él nos ha dado por su gracia?
Preguntas de reflexión
¿Cuál es el fin de la rebelión y de la idolatría obstinada y nunca arrepentida en tu vida? ¿Puedes considerar algún tiempo en tu vida que te consideras como “Desamparada y Desolada? ¿Qué experimentas delante de la gracia y el amor de Dios? ¿Cómo responderás hoy a su amor?
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