jueves, 7 de julio de 2022

7 de julio. Jeremías 3:1 Tú has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! Dice Jehová.

    Nosotros no toleramos el engaño o la traición y más aún cuando se trata de la persona más íntima, el objeto del amor más reservado. Si nuestro cónyuge nos engañara con un amante, difícilmente podríamos volver a estar con él, algo se quebraría, el pacto matrimonial sería violado, ya no podríamos mirar de la misma forma, nos costaría mucho perdonar, y recordaríamos constantemente esa infidelidad, quedando así indeleblemente heridos. Jehová usa esta ilustración de engaño para hacer una gran pregunta, el esposo engañado, ¿volverá a ella más? La respuesta natural es que no. Todavía más, si este engaño ha sido con “muchos amigos” la negativa sería más contundente e inamovible. Mientras nosotros contemplamos esta escena de infidelidad e inferimos la reacción natural del ofendido, el Señor nos sorprende aplicándolo directamente a nosotros: yo soy tu esposo y tú me has engañado con muchos amigos. Él usa esta imagen para referirse al adulterio espiritual de su pueblo, su falta de confianza, amor, lealtad y sujeción a él, yéndose a buscar amor con muchos amantes, ídolos, que remplacen el lugar de Dios, y den los dones que estamos buscando y la felicidad o placer que anhelamos. Esto nos confronta y nos hace pensar ¿Qué debería hacer Dios con su esposa infiel? ¿qué debería hacer Dios conmigo? La respuesta natural sería desecharla para siempre y darle carta de divorcio; pero su gracia brilla como arcoíris, “pero” Dios dice “vuélvete a mí”. Esos “peros” transformadores de Dios lo encontramos por toda la Biblia, “tú eres esto, has hecho esto, mereces mi ira…” PERO vuélvete a mí; hijos de ira, PERO Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo ¡por gracia son salvos! Él nos dice “yo soy misericordioso” “no haré caer mi ira sobre ti”, reconoce tus idolatrías, reconoce que no has oído mi voz, confiesa que has hecho lo malo delante de mis ojos, declara que me has engañado y has sido infiel a mí y yo sanaré tu rebelión y restauraré nuestra comunión. Su amor no puede ser igualado, es tan extenso como el mar y tan alto como la distancia entre el cielo y la tierra. Hoy es día de volver a él, de tocar nuevamente la puerta del hogar de nuestro esposo y humillarnos por nuestra infidelidad, renovar nuestros votos de amor por él, y de guardar su palabra; desechar a nuestros amantes, y lanzar fuera los sucedáneos de Dios, arrepentirnos, convertirnos, apartarnos del pecado; es tiempo de volver a disfrutar su compañía, como los recién casados, volver al primer amor. Porque misericordioso y clemente es tu esposo, lento para la ira y para siempre es su fidelidad. 

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