domingo, 10 de julio de 2022

10 de julio. Jeremías 6:16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: no andaremos.


    La vida está impregnada de movimiento. Siempre estamos haciendo cosas, y pensando en lo que haremos, nuestra naturaleza es andar por caminos. Pero todo lo que hacemos, la dirección y el sentido que tomamos está gobernado por el timón del corazón, el cual “como la fuente que nunca cesa de manar sus aguas, así, nunca cesa de manar su maldad”. Del corazón sale la maldad y es su pecado lo que contamina al hombre. De tal manera es, que delante del Señor, somos como enfermedad y llaga que supura, pues para él, todos nuestros caminos están manchados por la fuente amarga que los conduce. Por consiguiente, seguir en movimiento no tiene sentido, seguir caminando sin reflexionar, es tragedia, es como tener un auto averiado, con una llanta ponchada, yendo por camino pedregoso, y aun así seguir avanzando, acelerando cada vez más. Pero la misericordia de Dios levanta una invitación para nosotros: “Detente y mira”. Dios nos llama a examinar y dejar de avanzar. ¡Reflexiona dónde estás y por dónde vas! Contempla con amplitud lo que te rodea y lo que divisa el horizonte. El primer llamado de Dios es como la señal de tránsito que todos conocemos: “Pare”. Examinemos nuestros caminos, miremos atentamente nuestras actividades, lo que las motiva; propongamos las preguntas incómodas que revelen las intenciones más profundas. Luego, el Señor nos dice “pregunte por las sendas antiguas, cual sea el buen camino”. Que nosotros elijamos andar por un camino, no quiere decir necesariamente que sea bueno y que su fin sea próspero. Aquí la presuposición es que nosotros somos naturalmente ignorantes de lo bueno y por ello tenemos que preguntar, tenemos que ser enseñados. Las sendas antiguas no son el camino de la mera tradición sino las verdades fundamentales de la verdadera religión. ¿Qué es más antiguo que la gracia de Dios, la comunión con Dios y la obediencia a su palabra? ¡Anden por senda buena! Sigan mi camino, y no los suyos propios, o los que ofrece el mundo por novedosos y destellantes que parezcan. Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte. Seguir el camino bueno dará descanso al alma. El Hijo de Dios citó este pasaje cuando se encarnó, y su aplicación fue espectacular “vengan a mí… y hallarán descanso para sus almas” ¡Él es el camino! ¡él es la senda antigua! ¿qué es más antiguo que la misericordia de Dios en la persona del mediador? (Gen. 3:15). La promesa de descanso es por la carga que nos agobia, y nos amarga ¡se quitará el pesado yugo de nuestra cerviz! en lugar de estar agotados, estaremos descansados, porque habremos de ir a Cristo y él lleva nuestra maldad y nuestro pecado, y nos toma en alas de águila para seguir en pos de él. Descanso del alma, no significa vivir sin ley, ni responsabilidad para con Dios. Significa que por su gracia somos libres de la condenación, y unidos a su hijo, queremos ser sus discípulos y siervos de la palabra: “aprended de mí… llevad mi yugo que es fácil y ligero”. 

 

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