domingo, 31 de julio de 2022

31 de julio. Jeremías 27:12 Hablé también a Sedequías rey de Judá conforme a todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia y servidle a él y a su pueblo y vivid.

Tener el privilegio de oír la voz de Dios es una muestra de que nuestro caso aun no está perdido. Sedequías fue la cúspide, el resumen, la conclusión misma de toda la maldad de los reyes de Judá. Sin embargo, Dios no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta y se vuelva a él. Dios hace un último llamado al arrepentimiento, el cual es a todas luces, inmerecido, pero, “para siempre es su misericordia”. Como dice el Espíritu Santo: Si oyereis ‘hoy’ su voz, no endurezcáis vuestros corazones. De nada aprovechará entonces oír la invitación amorosa del Señor, si resistimos su voluntad, y con incredulidad a su palabra, damos crédito a ‘nuestras palabras’, palabras de mentira. Así fue con este Rey, entregado a una mente reprobada, decidió rechazar la última oferta gratuita de salvación, ¿y qué pasó? Los caldeos degollaron a toda su familia delante de sus ojos, y luego se los sacaron, para apresarlo hasta el fin de sus días. Cuando rechazamos la luz del Señor de continuo y hasta el fin, lo que espera no es sino ceguera, densa oscuridad, prisión eterna, y ser privado de la palabra de Dios. 


Atentamos ‘hoy’ al bondadoso llamado de Dios al arrepentimiento, y con fe en su palabra, aprehendámosla para vivir; por otro lado, rechacemos las falsas profecías, de nuestro corazón y de los pseudo-predicadores, Dios dice: “no los oigáis”. Su misericordia se renueva cada mañana, no obstante hay un punto que los que “vagan en su corazón” y los que “rechazan la luz del Señor”, son entregados a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen. No juguemos con la gracia de Dios, sino recibámosla para vivir, y estemos henchidos de gratitud, por poder escuchar un día más “la voz de Jehová” que nos llama. 


martes, 26 de julio de 2022

26 de julio. Jeremías 22:16-17. Él juzgó la causa del afligido y menesteroso y le entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? Dice Jehová. Mas tus ojos y tu corazón no son sino para tu avaricia, y para derramar sangre inocente, y para opresión, y para hacer agravio.

El Rey o el gobernante supremo, es siempre la persona más libre de una nación. Puede hacer lo que le venga al corazón, tiene la capacidad de cumplir con amplitud los antojos de su corazón. En este caso el Rey de Judá “edificó casa espaciosa, la cubrió de madera y la pintó” (vs 13-14), en otras palabras, amó lo grandioso y lo bello, pensó en sí mismo y en lo que quería, y mientras con ímpetu corría el raudal de su egoísmo, pasaba a llevar sin escrúpulo a sus trabajadores reteniéndoles la paga justa; a los que clamaban a él por justicia, no atendiéndolos; condenando a los inocentes derramando su sangre; oprimiendo y sirviéndose de su prójimo demostraba que sus ojos y su corazón estaban volcados a su avaricia, hacia sí mismo. Y en la expectación de este Rey injusto, de este trono de maldad, de esta corona de avaricia (que, a propósito también se refleja en nosotros), nos preguntamos ¿habrá un Rey perfecto que conozca a Dios haga justicia y atienda a un huérfano o una viuda? Sí, lo hay. Hubo un Rey majestuoso, cuya morada sobrepasaba el cedro y el bermellón, revestido de gloria y hermosura, cuyos ojos y corazón no estaban direccionados hacia la avaricia, sino que estaban sobre los pobres pecadores. Hubo un Rey que no consideró la gloria celestial como cosa a qué aferrarse, y se despojó de ella humillándose a la forma de siervo; érase una vez, el creador del universo, entre nosotros, diciendo “no he venido para ser servido, sino para servir, y para dar mi vida en rescate por muchos”. El ser más libre de todos decidió atender a quien nadie oiría, como a huérfanos y a las viudas. Dio perfecta justicia a todos los rebeldes que pusieron en él su confianza, pues llevó sus injusticias y los envolvió con manto perfecto. Existe un Rey misericordioso al cual podemos acudir, que nos trata con infinita misericordia, y se inclina para oír nuestra voz, cuando exponemos nuestra causa delante de él. Cuando abrimos nuestro corazón y clamamos a él, no nos desecha, aunque nuestra condición pueda ser paupérrima, por el contrario, él escoge a lo miserable, a lo pobre, a lo humilde, a lo desvalido, pero que se extiende en fe y confianza hacia él. Tenemos un trono que es eterno, cetro de equidad es el cetro de su reino, él ama la justicia y aborrece la maldad, tenemos un Rey perfecto. 


Preguntas de reflexión: 

¿Confías en que el Rey Jesús murió por tu egoísmo y por tu avaricia, para darte justicia perfecta? ¿te extiendes hacia el Rey Jesús, abriéndole tu corazón, poniendo tu causa delante de él? ¿gustas la gracia y la misericordia que hay en Jesucristo, el soberano? ¿caminarás una vida justa y de equidad, atendiendo al trato que te ha dado tu Señor? 


lunes, 25 de julio de 2022

DOLOR POR LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO Y NO POR EL PECADO MISMO. 25 de julio. Jeremías 21:2 Consulta ahora acerca de nosotros a Jehová, porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros; quizá Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas y aquel se irá de nosotros.

Esta es la primera vez en el libro de Jeremías que se relata que los gobernantes quieren oír a Dios. Sedequías envía a Pasur a preguntar a Jeremías, ¡el mismo que lo azotó en el capítulo anterior! (20:1-2). El temor y la amargura al ver a los escuadrones en el sitio de Jerusalén hace que el Rey quiera escuchar lo que Dios tiene que decir. ¡Cuán común es esto! Cuando las consecuencias de nuestros actos nos alcanzan, buscamos a Dios; cuando la aflicción a causa de nuestros pecados nos visita, oramos. Esto es solo el síntoma de que la enfermedad no está curada, solo nos desagradan las consecuencias de la enfermedad ¡pero no la enfermedad misma! Así, con esta hipocresía, se acercan a Dios a consultarle, temblando por el ejercito babilónico, pero sin temor de Dios, quien fue el que los trajo. 


Note cuidadosamente la petición, “Consulta, quizá se irá de nosotros” ¿ellos quieren a Dios? ¿quieren su comunión? ¿quieren su palabra? No. Ellos quieren que Nabucodonosor se vaya. Ellos quieren que sus problemas sean solucionados. Dios es un medio para un fin, pero no el fin en sí mismo. “Si tan solo esto ocurriera en mi vida, sería feliz”; “nunca te pido nada, pero haz esto por mí”; “Si haces esto o aquello, entonces te serviré”. Cuanta altivez hay en nosotros mismos. Decimos a Dios “haz mi voluntad”, en lugar de humillarnos y decir “he pecado, perdóname, estas son las consecuencias de mi pecado, hagase tu voluntad y no la mía”. En última instancia, esta petición es el reflejo del corazón no arrepentido de Sedequías, el aun quiere hacer su voluntad, y seguir su malvado corazón, ocupando a Dios como medio para que la cumpla. Dios pelea contra los soberbios (21:5), pero da gracia a los humildes. 


Preguntas de reflexión: 

Medita, ¿Qué consecuencias del pecado he experimentado en mi vida? ¿me duelen más las consecuencias del pecado que el pecado mismo? ¿deseo que las consecuencias sean subsanadas en lugar del pecado purificado? 

¿Veo la oración como un ejercicio pedir a Dios cosas que me hagan feliz, o voy a la oración para que Dios sea mi gozo? ¿veo a Dios como un medio para un fin o Dios mismo es el objetivo de mi oración? ¿Solo voy a Dios cuando tengo problemas? ¿pido que se haga su voluntad, y me entrego a su providencia, o le demando que haga lo que yo quiero?  


jueves, 21 de julio de 2022

21. de julio. Jeremías 17:9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso ¿quién lo conocerá?

    A menudo nosotros desvaloramos esta declaración fundamental de las Escrituras acerca de nosotros mismos, pues consideramos que lo que emana del corazón es siempre algo necesariamente “bueno”: sí algo me gusta y lo deseo es el camino que seguir; mis decisiones son inherentemente verdaderas; mis pensamientos y sabiduría siempre serán los mejores; mis emociones son sinceras y por tanto puras, etc. Lo que ignoramos es que Dios dice todo lo contrario respecto de nosotros, y consiguientemente, lo que sale de nosotros ¡no es de fiar! Nuestra voluntad, pensamientos y emociones están afectadas por el pecado, y así, lo que sale de nosotros es engañoso, está cubierto con una capa de mentiras. Nuestro corazón es el ilusionista más eficaz, performa actos insidiosos, que parecen inofensivos, pero esconden gran daño a nuestras vidas. Nos guía por caminos grises, mostrándonos cuan bueno y deleitoso son dichas sendas, pero su fin es apartarnos de Dios. El corazón es el maestro silencioso, pues nos lleva de la mano hacia donde él quiere apelando como un mimo solamente a lo sensual, sin necesidad de explicarnos nada. El engaño es básicamente así. 


Debemos considerar atentamente lo que Dios dice respecto de nosotros, y creerlo. Cuando ignoramos la naturaleza de nuestro corazón, ya estamos en un estado de engaño. Y aun con todo, nunca podremos sondear las motivaciones más profundas de nuestro interior. Por lo tanto, debemos desconfiar de lo que sale de nosotros y asirnos a la palabra de Dios, el corazón pecaminoso es incurable para nosotros, pero para Dios nada hay imposible. Él nos puede guardar “de los errores que me son ocultos”, él puede reformar el corazón y darnos verdadero y profundo arrepentimiento. 


domingo, 17 de julio de 2022

17 de julio. Jeremías 13:11 Porque como este cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la casa de Israel, y toda la casa de Judá, dice Jehová, para que me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra; pero no escucharon.

    El cinto podrido fue la metáfora que Dios utilizó para amonestar la soberbia de su pueblo, la cual consistió básicamente en una cosa: no escuchar a Dios. Dios los había traído hacia él, como el águila a sus polluelos, como el cinto al hombre. Él deseaba una relación de pacto, de amor, en donde él sería su Dios y ellos su pueblo. Pero olvidar su amor, y desechar su voz, es el síntoma de la soberbia. El estado de autosuficiencia en el cual creemos que somos más sabios que Dios, así la palabra de nuestros malvados corazones es mejor que la exhalada por el eterno; los ídolos son verdaderos y por consiguiente Dios es falso y mentiroso. Este estado de locura solo engendrará pudrición. ¿Qué se puede esperar sino destrucción y corrupción? El cinto así podrido “para ninguna cosa es bueno”. No es útil, perdió su valor, no sirve más para nada sino para ser echado fuera como basura y que sea pisoteado. Así, nuestra soberbia nos llevará de mal en peor, Dios mira de lejos a los altivos, pero de cerca a los humildes, al que tiembla ante su palabra. 


domingo, 10 de julio de 2022

10 de julio. Jeremías 6:16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: no andaremos.


    La vida está impregnada de movimiento. Siempre estamos haciendo cosas, y pensando en lo que haremos, nuestra naturaleza es andar por caminos. Pero todo lo que hacemos, la dirección y el sentido que tomamos está gobernado por el timón del corazón, el cual “como la fuente que nunca cesa de manar sus aguas, así, nunca cesa de manar su maldad”. Del corazón sale la maldad y es su pecado lo que contamina al hombre. De tal manera es, que delante del Señor, somos como enfermedad y llaga que supura, pues para él, todos nuestros caminos están manchados por la fuente amarga que los conduce. Por consiguiente, seguir en movimiento no tiene sentido, seguir caminando sin reflexionar, es tragedia, es como tener un auto averiado, con una llanta ponchada, yendo por camino pedregoso, y aun así seguir avanzando, acelerando cada vez más. Pero la misericordia de Dios levanta una invitación para nosotros: “Detente y mira”. Dios nos llama a examinar y dejar de avanzar. ¡Reflexiona dónde estás y por dónde vas! Contempla con amplitud lo que te rodea y lo que divisa el horizonte. El primer llamado de Dios es como la señal de tránsito que todos conocemos: “Pare”. Examinemos nuestros caminos, miremos atentamente nuestras actividades, lo que las motiva; propongamos las preguntas incómodas que revelen las intenciones más profundas. Luego, el Señor nos dice “pregunte por las sendas antiguas, cual sea el buen camino”. Que nosotros elijamos andar por un camino, no quiere decir necesariamente que sea bueno y que su fin sea próspero. Aquí la presuposición es que nosotros somos naturalmente ignorantes de lo bueno y por ello tenemos que preguntar, tenemos que ser enseñados. Las sendas antiguas no son el camino de la mera tradición sino las verdades fundamentales de la verdadera religión. ¿Qué es más antiguo que la gracia de Dios, la comunión con Dios y la obediencia a su palabra? ¡Anden por senda buena! Sigan mi camino, y no los suyos propios, o los que ofrece el mundo por novedosos y destellantes que parezcan. Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte. Seguir el camino bueno dará descanso al alma. El Hijo de Dios citó este pasaje cuando se encarnó, y su aplicación fue espectacular “vengan a mí… y hallarán descanso para sus almas” ¡Él es el camino! ¡él es la senda antigua! ¿qué es más antiguo que la misericordia de Dios en la persona del mediador? (Gen. 3:15). La promesa de descanso es por la carga que nos agobia, y nos amarga ¡se quitará el pesado yugo de nuestra cerviz! en lugar de estar agotados, estaremos descansados, porque habremos de ir a Cristo y él lleva nuestra maldad y nuestro pecado, y nos toma en alas de águila para seguir en pos de él. Descanso del alma, no significa vivir sin ley, ni responsabilidad para con Dios. Significa que por su gracia somos libres de la condenación, y unidos a su hijo, queremos ser sus discípulos y siervos de la palabra: “aprended de mí… llevad mi yugo que es fácil y ligero”. 

 

jueves, 7 de julio de 2022

7 de julio. Jeremías 3:1 Tú has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! Dice Jehová.

    Nosotros no toleramos el engaño o la traición y más aún cuando se trata de la persona más íntima, el objeto del amor más reservado. Si nuestro cónyuge nos engañara con un amante, difícilmente podríamos volver a estar con él, algo se quebraría, el pacto matrimonial sería violado, ya no podríamos mirar de la misma forma, nos costaría mucho perdonar, y recordaríamos constantemente esa infidelidad, quedando así indeleblemente heridos. Jehová usa esta ilustración de engaño para hacer una gran pregunta, el esposo engañado, ¿volverá a ella más? La respuesta natural es que no. Todavía más, si este engaño ha sido con “muchos amigos” la negativa sería más contundente e inamovible. Mientras nosotros contemplamos esta escena de infidelidad e inferimos la reacción natural del ofendido, el Señor nos sorprende aplicándolo directamente a nosotros: yo soy tu esposo y tú me has engañado con muchos amigos. Él usa esta imagen para referirse al adulterio espiritual de su pueblo, su falta de confianza, amor, lealtad y sujeción a él, yéndose a buscar amor con muchos amantes, ídolos, que remplacen el lugar de Dios, y den los dones que estamos buscando y la felicidad o placer que anhelamos. Esto nos confronta y nos hace pensar ¿Qué debería hacer Dios con su esposa infiel? ¿qué debería hacer Dios conmigo? La respuesta natural sería desecharla para siempre y darle carta de divorcio; pero su gracia brilla como arcoíris, “pero” Dios dice “vuélvete a mí”. Esos “peros” transformadores de Dios lo encontramos por toda la Biblia, “tú eres esto, has hecho esto, mereces mi ira…” PERO vuélvete a mí; hijos de ira, PERO Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo ¡por gracia son salvos! Él nos dice “yo soy misericordioso” “no haré caer mi ira sobre ti”, reconoce tus idolatrías, reconoce que no has oído mi voz, confiesa que has hecho lo malo delante de mis ojos, declara que me has engañado y has sido infiel a mí y yo sanaré tu rebelión y restauraré nuestra comunión. Su amor no puede ser igualado, es tan extenso como el mar y tan alto como la distancia entre el cielo y la tierra. Hoy es día de volver a él, de tocar nuevamente la puerta del hogar de nuestro esposo y humillarnos por nuestra infidelidad, renovar nuestros votos de amor por él, y de guardar su palabra; desechar a nuestros amantes, y lanzar fuera los sucedáneos de Dios, arrepentirnos, convertirnos, apartarnos del pecado; es tiempo de volver a disfrutar su compañía, como los recién casados, volver al primer amor. Porque misericordioso y clemente es tu esposo, lento para la ira y para siempre es su fidelidad. 

miércoles, 6 de julio de 2022

6 de julio. Jeremías 2:13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua.

    Cada vez que pecamos, no hacemos uno, sino dos males. Uno de esos males es la fuente del pecado y el otro es el resultado del pecado que brota de ese manantial. Abandonar al Señor es el originador de todo mal y pecado en nuestra vida. Él es la fuente de toda vida y bendición. Solo en él se halla satisfacción, propósito, deleite y felicidad. Dejar esa fuente es dejar la vida y el consuelo, dejar a Dios es renunciar a todo bien y dulzura eterna. Es como estar ante un oasis y voluntariamente abandonar ese paraíso para ir a vagar al desierto ¿es algo lógico? Ciertamente el pecado no tiene sentido: dejar lo eterno por lo temporal, escoger la vanidad en lugar de lo trascendental. Nuestro corazón es un ilusionista experto en engaños, trata de mostrar a Dios y su palabra como insuficiente, presentándolo cómo falto de bondad, carente de vida y bendición, “Él no tiene lo que yo necesito”, “él no es una fuente de agua viva”. ¡Cuántas veces creemos y aceptamos que Dios es algo que es una mentira blasfema! Pero nuestro corazón siempre se rebelará contra su propio vacío. Por constitución natural no podemos permanecer sin vida, sin deleite, sin adoración y sin propósito. Y por ello vamos a los ídolos para encontrar aquello que fuimos diseñados para hallar en la presencia y gracia de Dios. “Cavaron”, nota que es una acción que viene de nosotros mismos, porque el ídolo es hecho con manos humanas, es nuestra creación, aquel propósito que inventamos y objetivo de vida que fijamos para nuestra vida. ¡Lo más irónico es que seguimos buscando agua! Pero ya no en la fuente (¡dónde se supone que hallaremos!) sino en cisternas alternativas que ni siquiera pueden retener agua estancada. ¡ay de los efectos y las consecuencias de esto! ¿será frescura, propósito, deleite y plenitud? Esa agua no puede saciar la sed del alma y lo sabemos. ¿Qué hay en tu experiencia? ¿has saboreado la amargura de dejar a Jehová? ¿te has encontrado sediento luego de haber ido al ídolo para tu ayuda y socorro? Como hemos dicho la idolatría es solo el resultado de dejar al Dios vivo y verdadero. Nuestro corazón sigue buscando el amor de Dios en las criaturas, y deambulamos sedientos por la presencia de Dios en las algarrobas que ofrece el mundo. 


Preguntas de reflexión:


¿Con qué mentiras acerca de Dios estás luchando hoy en día? ¿Cuál es el resultado de dejar a Dios? ¿qué es lo que buscamos en la idolatría? ¿es tu vida un manantial de satisfacción o un desierto de sed, por qué? 


lunes, 4 de julio de 2022

4 de julio. Isaías 66:2 Pero miraré al que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

    La atención de Dios no se posa sobre grandes edificios, o cultos suntuosos, ofrecidos con corazones rebeldes, de hecho, el abomina todo eso. Su mirada no está en lo que los hombres estiman para ser contemplado y alabado, de hecho, a menudo lo que los hombres tienen en gran estima para Dios es menospreciable; sin embargo, el Señor si mira algo, o más bien a alguien. Su mirada de favor, bendición y gracia se posa sobre los humildes. Cuando a San Agustín se le pidió que enumerara las tres principales virtudes cristianas, él respondió, primero humildad, segundo humildad, y tercero humildad. La humildad es lo opuesto a la autosuficiencia, al orgullo y la soberbia. La humildad es la pobreza del alma. Alguien que es pobre en lo material, pero se jacta de cosas que no tiene, y no se presenta necesitado, es un pobre para la sociedad, pero un rico espiritual. La humildad es reconocerse necesitado y limitado, es saber que tenemos una condición de necesidad, Salomón ya lo explicó en sus proverbios “el pobre habla con ruegos, mas el rico responde durezas. El ruego es la expresión de la pobreza, porque es necesitado, la dureza es el reflejo de la soberbia, porque se es autosuficiente. Ser pobre es ser humilde, y ser “humilde de espíritu” es estar herido por nuestros pecados y necesitados de Dios. “Miraré al que es pobre y humilde de espíritu” es equivalente a “no vine a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento” ¿cómo te consideras a ti mismo? ¿cómo vives tus vida y andas por el camino? Será con ruego o con dureza, con autosuficiencia o con necesidad, con pobreza o soberbia, con orgullo o humildad. Dios mirá con gracia a los humildes “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos”. Si el orgullo fue la causa de la caída humana (seguir nuestra propia voluntad y hacernos nosotros mismos como Dios), la humildad es el fruto de la redención del género humano en Jesucristo. Él enseñó “aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón”.  Finalmente la humildad se refleja en nuestro trato a la palabra de Dios. Como se dijo el orgullo sigue sus propios consejos, sabiduría, y palabra, desecha la palabra de Dios y hace de sus deseos una palabra divina que rige su vida. Pero el humilde tiembla y reverencia, guarda y atesora la palabra de Dios. El humilde sabe que su corazón es engañoso y perverso y se apoya solamente en la palabra de su Dios. “pero miraré al que es pobre y humilde de espíritu y al que tiembla a mi palabra”. ¿Cuál es tu relación con la palabra de Dios vs tus propios pensamientos? ¿Cuál eliges obedecer en los momentos de vicisitud? 



domingo, 3 de julio de 2022

3 de julio. Isaías 65:2 Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos

    La condición depravada del ser humano lo puede llevar naturalmente a la cascada de la obstinación. Rechazar continuamente los brazos abiertos del Señor, ignorando contantemente que él está ahí ofreciéndonos misericordia; él llama a voces “vuélvete a mí y tendré misericordia de ti”, pero los efectos del pecado han corrompido de tal manera nuestra alma, que, cual callosidad endurecida, no sentimos nada, no oímos su voz, no respondemos a su llamado, nos alejamos de él, y nos olvidamos de que está ahí extendiéndose compasivamente hacia nosotros. La obstinación es la hermana del orgullo, pues aunque es sorda a la palabra de Dios, es obediente a la palabra de su corazón. Esta le instruye “por aquí es mejor”, “este es el camino verdadero”, “la senda de la felicidad es hacia acá”, “no moriréis”, “seréis como Dios”. Así, en pos de nuestros pensamientos, por camino no bueno, rechazando obstinadamente al Señor, nos volvemos nosotros mismos “dios”, convenciéndonos, a través de la sensualidad, que nuestro razonamiento es más sabio que el de Dios, que la dirección de nuestro corazón es vida, y el camino del arrepentimiento es muerte; tal es nuestra ceguera y el embrutecimiento, que llamamos a lo amargo, dulce; y a lo dulce, amargo. Así somos, así nos obstinamos; diga ahora el humano: la rebeldía está impregnada en mi corazón. Sin embargo, no importa cuánto nos esforcemos por predicarnos el engaño de nuestro corazón, lo efímero de nuestros pensamientos, y la vanidad de nuestra sabiduría, al final del día la dureza hace su trabajo y nos lleva de la mano por donde el corazón quiere. Lo único que nos puede salvar de esta miserable condición es Dios mismo, extendiendo sus manos hasta que sus dedos toquen el alma, y por su gracia quiebre la piedra de la obstinación con el fuego de su amor, y produzca en nosotros el volvernos a él, “entrar en el santuario para ver el fin” de una vida sin la amistad de Dios, mas, por sobre todo, contemplar y gustar sus manos, que antes extendidas, ahora están alrededor de nosotros abrazándonos y redimiéndonos del poder marchitador del pecado. “No conocemos ninguna otra forma de mantener el amor al mundo fuera en nuestros corazones, que manteniendo nuestros corazones en el amor de Dios” (Thomas Chalmers).