miércoles, 17 de agosto de 2022

17 de agosto. Jeremías 46:28 Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

Nada, absolutamente nada de lo que ocurre en la vida de los elegidos de Dios es para destruirlos. En tanto, el Señor castiga con su vara de hierro a los impíos, con ira y furor a los que no le conocen, los hijos de Dios pueden estar confiados en que su Padre nunca los tratará así: “destruiré naciones, pero a ti no te destruiré” ¡que consuelo más grande! Dios no nos da conforme a nuestros pecados, ni nos paga conforme a nuestras iniquidades. A pesar de que él nos discipline, y nos castigue para corregirnos, como el Padre amoroso busca el bien de su pequeñito, así Dios procurará siempre nuestro bien, todas las circunstancias y acontecimientos de nuestra vida nos favorecerán para salvación. Aún más, no solo promete “no darles lo que merecen”, sino ¡darles lo inmerecido!: “yo estoy contigo”. Mi presencia estará contigo, en medio de tu dolor, y cuando otros sean destruidos, yo mismo estaré a tu lado. ¡No tengas temor! Si yo estoy contigo, ¿quién contra ti? 


¿Podemos acaso encontrar un pensamiento más refrescante que este, en un día como hoy? Despierto, dice el salmista, y aun estoy contigo. Nos levantamos, y puede que la destrucción rodee, pero no llegará a ti, porque él es tu escudo y tu refugio, bajo la sombra de sus alas vives seguro. Que él sea tu porción hoy, y su presencia tu recreo en la tierra extranjera donde estás. 


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