miércoles, 4 de julio de 2018

La Gracia es pequeña al principio - Richard Sibbes


Richard Sibbes

Este breve escrito del puritano Richard Sibbes ayudará a dos tipos de cristianos: 1) cristianos recién convertidos, y 2) cristianos no recién convertidos. A unos animará en cuanto a que su pequeñez en la fe, es sostenida por un gran e inmutable Dios; mientras que a los otros, les recordará sus inicios, y los mantendrá alejados del orgullo. 
Las palabras del 'Doctor del alma' (como fue llamado por el Dr. Martín Lloyd Jones) nos recuerdan nuestra intrínseca debilidad, y como enfrentarla a la luz de Cristo. 

Este capítulo fue traducido del libro "la caña de cascada, y el pábilo que humea", que está completo en inglés aquí 


Capítulo V. La Gracia es pequeña al principio

En segundo lugar, Dios no apagará el pábilo o la mecha que humeare, sino que la soplará hasta que flamee. En el pábilo que humea no hay sino una tenue luz, tan débil, que no es capaz de flamear, y esto pequeño está mezclado con humo.
Las observaciones por tanto son, primero,

Que en los hijos de Dios, especialmente en su primera conversión, no hay sino una pequeña medida de gracia, y esa pequeña gracia está mezclada con mucha corrupción, que como humo, es ofensivo.

Segundo, que Cristo no apagará este pábilo que humeare.

Observación 1.  Para la primera, la Gracia es pequeña al principio. Hay varias edades en los Cristianos, algunos bebes, algunos jóvenes: la gracia es como “un pequeño grano de mostaza” Mat 17:20. Nada es tan pequeño como la gracia al principio, y nada es más glorioso después: Las cosas de la más grande perfección se demoran más en crecer. El Hombre, la criatura más perfecta, viene a la perfección poco a poco; las cosas sin valor, como los hongos y similares, como la calabaza de Jonás, pronto brotan, y pronto se desvanecen. Una nueva criatura es el cuadro más excelente en todo el mundo, por tanto crece por grados; vemos en la naturaleza que un poderoso roble se levanta de una bellota. Es en los cristianos como fue con Cristo, que vino del muerto vástago de Isaí, de la familia de David, Isa. 53:2, cuando era la más pequeña, pero creció más alto que los cielos. No es con los árboles de justicia, como fue con los árboles del paraíso que todos fueron creados perfectos al principio. Las descendencias de todas las criaturas en este cuadro santo del mundo estaban escondidas en el caos, en esa confusa masa del principio, de la cual Dios ordenó que todas las criaturas salieran; en las pequeñas semillas de las plantas yace escondida la masa y las ramas, el capullo y el fruto. En unos pequeños principios yacen escondidos todas las confortables conclusiones de la santa verdad. Todos esos gloriosos fuegos artificiales de celo y santidad en los santos tienen su inicio de unos pequeños destellos.

Por tanto no nos dejemos ser desanimados por los pequeños inicios de gracia, sino mirémonos como “elegidos para ser santos y sin mancha” Efe 1:4. Miremos nuestro imperfecto comienzo solo para esforzarnos más hacia la perfección, y mantenernos humildes de la vanagloria. Por otra parte, en caso de desaliento, debemos considerarnos, como Cristo lo hace, quien nos mira como aquellos que encajan perfectamente con él. Cristo nos valora por lo que deberíamos ser, y por esto, como elegidos. Llamamos árbol a una pequeña planta, porque está creciendo para ser aquello. “¿Quién es el que desprecia el día de las pequeñas cosas?” Zac 4:10. Cristo no nos despreciaría como pequeñas cosas.

Los gloriosos ángeles no desdeñan asistencia en los pequeñitos; pequeños en sus propios ojos, y a los ojos del mundo.
La gracias, aunque pequeña en cantidad, sin embargo es mucha en vigor y valor.
Es Cristo quien realza el valor de lo pequeño y esto a lugares y personas. Belén, la que valía menos, Miq 5:2, Mt 2:6, y sin embargo no era la más pequeña, pequeña en sí misma, pero no pequeña en respecto de Cristo que nació allí. El segundo templo, Hag 2:9, era menos en cuanto a la magnificencia del primero, no obstante más glorioso que el primero, porque Cristo entró en él. El Señor del templo vino a su propio templo. La pupila del ojo es muy pequeña, pero ve una gran parte del cielo. Una perla, aunque pequeña, es de mucha estima: nada en el mundo de tan buen uso, como la menor dracma de gracia.  





Richard Sibbes (1577-1635) nació en Tostock, Sufflolk en el país puritano de vieja Inglaterra, Fue ordenado al ministerio en 1608 en la Iglesia de Inglaterra, murió el 5 de Julio de 1635, y William Gouge predicó en su funeral. 

sábado, 28 de abril de 2018

Cristología del Tabernáculo


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El tabernáculo diseñado y dado de parte de Dios a Moisés, es uno de los pasajes ignorados hoy en las Sagradas Escrituras. ¿Cómo una tienda construida hace más de 3000 años tiene algo que enseñar a la iglesia hoy? Esas proporciones y detalle entregados en su construcción, ¿acaso no es solo un registro histórico que en nada ayuda a nuestra actual generación? La disposición de las habitaciones ¿no fue algo simplemente dado en la Ley ceremonial que fue abolida, y por tanto no tiene ningún significado en el siglo XXI? Estas y otras preguntan explican el porqué del descuido de un evento que toma casi la tercia parte del segundo libro de la Biblia, y está tan extensamente citado por toda la Escritura.
En este trabajo se desarrollará brevemente como esta tesis dicha en el párrafo anterior es Bíblicamente Refutada. Demostrando que Cristo mismo está presente en el tabernáculo, en figura y sombra. Si bien, la intención de este trabajo no es traer una aplicación práctica, el solo hecho de encontrar a Cristo allí, será una contemplación del evangelio que motivará al creyente a servir a Dios.
El tabernáculo como el tercer gran acto de Dios, relatado en el libro de Éxodo presupone que Dios habita en medio de su Pueblo, como su Dios, en una relación de Pacto. Dios tiene muchas cosas que decir y mostrar a través de la educación teológica/pedagógica del tabernáculo. En el Nuevo testamento, específicamente en el libro de Hebreos, se habla de que este fue una “sombra y figura” de lo porvenir, y, en consecuencia los Israelitas debían contemplar, por fe, aquella sustancia que revelaba la construcción del tabernáculo. ¿Pero que era esta sustancia o cuerpo de la sobra/figura del tabernáculo? Cristo mismo. Por tanto, en este conciso trabajo se tratará de explicar y desarrollar la Cristología del tabernáculo.

Ø  Desarrollo y descripción de la Cristología del tabernáculo.

·           El tabernáculo como un símbolo de la morada (habitación) de Dios.

Dos habitaciones interiores, con un patio fuera, era la disposición general del tabernáculo. ¿Qué veían los Israelitas en esta disposición del tabernáculo? Los Israelitas mismos vivían en tiendas y Dios les pidió que hicieran una tienda para él (Éx 25:8, 22) posterior a la entrega de la ley. No obstante sus tiendas eran sustancialmente diferentes a la tienda que Dios les pidió construirle. ¿Qué nos dicen la Majestad de sus cuartos interiores cubiertos de oro y azul? ¿Su hermosura y belleza en su artística construcción? Esto nos comunica que Dios es Hermoso y Majestuoso. Los Israelitas podían ver que había una diferencia, o, trascendencia de Dios, que en contraste con ellos era magnánimo.
No obstante, Dios también por este acto comunicaba que habitaba en medio de ellos, (Éx 25:8) o en otras palabras, que era un Dios inmanente. A pesar de la grandeza demostrada en el Sinaí, en la nube, el sonido y el gran monte; ahora Dios viene a morar con su iglesia. Ellos iban camino a la tierra prometida, al descanso prometido, y Dios iría con ellos en la tienda que sería llevada por la tribu de Leví y los sacerdotes designados, a pesar de la rebelión futura del pueblo (Éx 33:15). La nube de fuego, también simbolizaba más enfáticamente la presencia de Dios con ellos, como en el bautismo de nuestro Señor Jesucristo se demuestra o en la transfiguración, así la nube de día y la columna de fuego de noche representaba que Dios habitaba en medio de ellos.
No obstante con la venida de Cristo la morada de Dios encontró su final cumplimiento. He aquí la sustancia de la figura del tabernáculo como la morada de Dios con su pueblo, pues Cristo Jesús dice el original griego en Juan 1:14 “se tabernaculizó”. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó (gr. skenoo (σκηνόω): ‘hizo/extendió su tabernáculo’) entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14). De hecho, la profecía aludida en Mateo 1:23 apunta a este final hecho: Dios con nosotros, Emanuel. Su gloria, sobrepasa la gloria de la nube y del tabernáculo, pues es el resplandecer de su existencia. Y ahora, Cristo envía su Espíritu Santo, (nube de fuego) para habita en su iglesia, dentro de cada creyente que ha nacido de nuevo por la obra de Dios, haciendo que el Padre (Dios el Padre) por la obra de Cristo (Dios el Hijo) y a través del Espíritu Santo (Dios el Espíritu) haga su morada o tabernáculo dentro del creyente.
También otro aspecto ha de ser destacado acerca de la morada de Dios, y es que, en la disposición del tabernáculo expresa que para que alguien entre a la misma presencia de Dios debe haber un sacrificio.
El cuarto interior más sagrado era el lugar “santísimo” en el cual estaba expresamente prohibido que cualquier persona entrase a excepción del sumo sacerdote, solo una vez al año. Esto, mostraba que a pesar de que Dios dijese que habitaría en medio de ellos, su presencia inmediata era virtualmente inaccesible para cualquier persona, comunicando así, la Santidad de Dios, la cual era impenetrable. De hecho, el mismo velo, con su grosor característico simbolizaba este aspecto del carácter de Dios, pues el que violaba esta ordenanza irremisiblemente recibía la muerte, pues la paga del pecado es la muerte (Rom 6:23). Evidentemente El Señor hacía distinción entre su pueblo pecador y Él. La indignación de Dios por el pecado y su ira y castigo de el es evidente en toda esta porción de las Escrituras, su Santidad mostró a los Israelitas cuanto el aborrecía el pecado.
La única forma para entrar en esta inmediata presencia de Dios era como se dijo por el sumo sacerdote una vez al año y no sin sangre, vale decir por medio de un sacrificio (Lev 16). Este acto de la sangre derramada del animal perfecto sin ningún defecto, mostraba que la justicia de Dios debe ser vindicada, y alguien debía morir, pues la vida estaba en la sangre, y esta era derramada al suelo en sacrificio por el pecado. Sin embargo esto debía repetirse cada año, una y otra vez, en el tabernáculo y después en el templo, en parte por la ineficacia de la sangre del animal para limpiar el pecado, pues no podía hacer limpios de conciencia a los que por este sacrificio se acercan a Dios (Heb 10:1, 5). Pues el sacrificio de un animal en sí mismo es ineficaz para quitar el pecado. Entonces, este sacrificio parcial e ineficaz debía simbolizar algo más profundo, de otra forma ¿cuál es la razón de su institución? Ciertamente buscaba reflejar verdades más profundas a través de estas leyes ceremoniales.
Estas verdades son en su sustancia las mismas en el antiguo y nueva testamento, pero su forma cambia, pues la más perfecta forma es cumplida con la venida de Cristo, quien es el [final] Cordero de Dios [y no de los hombres] (Juan 1:29). La culpa de los hombres es tan grande que los hombres merecen la muerte eterna y la ira e indignación de Dios. Ellos no pueden presentarse delante de la presencia de Dios pues serían consumidos por su maldad. Esto es transversal para todo el género humano. Todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. No obstante el último sumo sacerdote (que nos convenía) fue Cristo quien era “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.” (Heb 7:27-28). Por tanto con la muerte expiatoria de Cristo tenemos entrada a la presencia de Dios con libertad (Rom 5:1-2) y queda abrogado la ley anterior a causa de su ineficacia en ella misma. “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia  (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. (Heb 7:19-18)
Y también, por esta muerte poseemos la entrada al lugar santísimo, vale decir a la presencia inmediata de Dios por la sangre de Cristo, pues cuando este murió y el velo del templo fue rasgado demostrando así el último sacrificio expiatorio consumado. “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mt. 27:50-51) y: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Heb.10:19-23)

·           El tabernáculo como un símbolo del Cielo.

Cuando miramos el tabernáculo vemos elementos del cielo allí construidos y dispuestos. Tenemos por ejemplo los dos querubines en las cortinas del velo y también diseñados en el arca del pacto. Los cuales son replicas de los ángeles que guardan el trono de Dios en el cielo (Ez 1; Gen 3:24). Las cortinas están hechas de azul simbolizando la realeza azul del cielo. Los diez mandamientos están depositados en la misma arca del testimonio (Ex 25:21), en el lugar santísimo lo que refleja el santo carácter de Dios. De hecho, el arca también posee querubines mirando hacia ella, no obstante esta arca está vacía, lo que muestra que Dios no puede ser representado por imágenes, tal como el segundo mandamiento lo ordena, no obstante toda la disposición del tabernáculo habla de un ambiente celestial, pues tal como se vio en 2.1 refleja esto la habitación de Dios. Así el tabernáculo mismo es una representación del cielo, la habitación de Dios.
El cuarto más íntimo, vale decir, el lugar santísimo tiene una dimensión de 10 codos de largo por 10 codos de ancho por 10 codos de alto , es decir medidas perfectas; el lugar santo (que era el segundo cuarto íntimo), media 20 codos de largo por 10 codos de ancho por 10 codos de alto, es decir, menos perfecta que la habitación anterior, y deriva su perfección en dimensiones de ella; El patio de afuera por su parte derivaba más imperfección geométrica al tener 50 codos de ancho, 100 codos de largo. Es decir, la habitación más íntima era un cubo perfecto en sus dimensiones, mientras que las otras derivaban perfección y eran menos perfectas.            
Tenemos de forma similar el material del cual eran hechos los elementos, el altar de bronce estaba en el patio de afuera, mientras que se acerca al lugar santísimo solo el oro es permitido. Lo que quiere mostrar la calidad y perfección del material que conformaba el tabernáculo a medida que se entraba en él cada vez se volvía más majestuoso, mostrando en final medida el carácter majestuoso hermoso y perfecto de Dios, tanto en sus dimensiones geométricas como también en la confección y el material de sus partes.
El santuario mismo (el tabernáculo) representaba sin duda las cosas celestes: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así” (Heb 9:23), ¿pero Cristo entro en el tabernáculo hecho de manos humanas? Lo cierto es que no, pues esto era solo una figura. El autor de Hebreos aclara este punto: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios (Heb 9:24)” ¡Qué glorioso! Cristo entro en la sustancia de aquello que representaba el tabernáculo ¡El cielo mismo! Podemos contemplar la imagen de lo que pasó allí, tal como el sumo sacerdote entraba con un sacrificio de animal al lugar santísimo ¡Pero esto se hacía cada año! “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;  y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo” (Heb 9:24-26) ¡Pero Cristo entro con su propia sangre para purificarnos de nuestros pecados!  “pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.” (Heb 9:24) 


Ø   El tabernáculo como un Símbolo del Mesías

La más gloriosa sustancia del tabernáculo se encuentra en verlo en la disposición de la redención de Dios para su pueblo a través de su sacrificio, o sea la redención, lo que nos revela al Mesías.  
“9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
9:8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
9:9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto,
9:10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
9:13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
9:14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb 9:7-14)
Como se ha visto el tabernáculo era una copia o sombra de la verdadera morada de Dios en el cielo (Hebreos 8:5; 9:24), mostraba como Dios trataba con el pecado del hombre, y su entera disposición indicaba el carácter de Dios, el carácter de la salvación, y el carácter de cómo (a través de qué) acercarse a Dios. Lo cual es una sombra y figura del trabajo y obra final de la salvación del Mesías. Las cosas terrenales nunca podrían igualar a las celestes. Y así, vimos que a pesar de lo majestuoso el tabernáculo nunca será la última morada de Dios (¡si ni los cielos de los cielos lo pueden contener! dice Salomón) como tampoco el sumo sacerdote terrenal, era el último representante del pueblo (¡pues tenían que entrar una y otra vez cada año! Y también limpiar sus propios pecados) pues eran sacerdotes imperfectos; ni tampoco los sacrificios ahí ofrecidos eran la cuenta final que quitaba los pecados, pues nada podían borrar en sí mismos.
La pregunta que queda hacerse nuevamente es: Si el tabernáculo mismo y su disposición, si el sacerdocio levita, y si los animales eran imperfectos y no podían compararse a la realidad, ¿por qué pues Dios lo dio? La respuesta es simple, y es que todo apuntaba a la realidad, sustancia y cuerpo de estas figuras: Cristo mismo.
Las leyes eran santas, puras, perfectas, pues eran de origen divino, el hombre no lo inventó sino que Dios mismo lo instituyó. ¿Y los Israelitas, cómo entonces se salvaban? ¿Por estas leyes ceremoniales? ¡Por cierto que no, en ninguna manera! Sino por la fe en Cristo. Estas figuras y sombras fueron dadas para ver más allá, fueron dadas para ver a Jesucristo el fin de estas cosas. La imperfección de estos rituales debería mostrarles a la iglesia del desierto que ellos necesitaban algo más allá, algo más real. Encontrarse en la misma presencia de Dios (el cielo) por medio de un mediador que sea suficiente para las demandas de Dios (o sea Dios mismo) pero que también sea un hombre en representación de los pecadores “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados (Heb 5:1-2)  una persona que fuera Dios y hombre (Rom 9:5)Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.”, quien cumpliera la ley de Dios, pero también llevara el castigo de aquellos que representaba quienes habían violado la ley de Dios. Todo esto fue cumplido hermosa y armoniosamente en Cristo Jesús.
En otras palabras Dios estaba diciendo de forma pictórica a los Israelitas en el desierto: “Miren, esta es mi provisión para ustedes, esta es la forma en que los redimo”. Los Israelitas tenían verdadera comunión con Dios cuando ellos respondían a lo que Dios decía en su tabernáculo. Ellos confiaban en el Mesías aun sin conocer los detalles del cumplimiento final de la redención, recibían perdón por la fe en Cristo aun cuando este ¡aun no había venido!  Cristo se encontraba con ellos a través del simbolismo de los sacrificios.







lunes, 22 de enero de 2018

Adoptados en el Hijo

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El Sabbat recién pasado, veintidós de enero del año 2018 de nuestro Señor, tuve el privilegio de predicar acerca de las gloria de la adopción en mi iglesia local (Iglesia Reformada de Maipú).
A continuación está el escrito original de donde bosquejé el sermón. Lamentablemente lo que leerás a continuación no es idéntico a la predicación recién pasada, por obvias razones: No leemos sermones, los predicamos. Aún así, espero pueda ser de edificación, ya que varios me insistieron que lo publicara. ¡Soli Deo Gloria! 



Las glorias de la Adopción. (Gál 4:4-7)
Las palabras del apóstol se despachan aquí en bálsamo para la iglesia de Galacia. Este es uno de los mayores privilegios del universo: ser adoptado en la Familia de nuestro Hacedor, El Santo de Israel. Muchos llamaron a la adopción el climax en el orden de la salvación. La doctrina más sublime y a la vez descuidada, por sobre la justificación (que ve a Dios como juez), la santificación (que es solo el cultivo de las características del hijo) La adopción ve a Dios como Padre. Aquella que nos comunica nuestro actual estado de reconciliación.
Me pregunto, si tal doctrina pudo haber sido enseñada a gente insensata y necia, como son llamados estos hermanos en el capítulo precedente, ¿por qué no podrá bañar nuestra alma también que somos tan parecidos a estos gálatas insensatos? Muchos errores cometemos con respecto de cómo pensamos esta doctrina y de cómo la vivimos. Algunas veces nos relacionamos con Dios como un juez que solo está para condenar nuestro pecado; También nos relacionamos con el Señor por medio de lo que no hacemos y no hacemos, como si ganaremos su aceptación por hacer o no hacer tal o cual cosa. Otras veces decimos con tanta liviandad ser hijos de Dios y que todos los son, como si realmente no supiéramos que significa. Hay otros, que llevan el nombre en la frente de hijos de Dios pero viven como no sabiendo quien es su Padre. La ansiedad, la independencia, el orgullo, la codicia, la envidia, las quejas, la falta de contentamiento, son síntomas experienciales que gritan lo poco que conocemos que significa ser adoptados en Cristo.
Esta es una de las razones porque merecidamente Pablo reprende a los Gálatas como “insensatos”. Debemos ver a los gálatas como ellos realmente son: Son hermanos que han olvidado su adopción, y se están relacionando con Dios como por obras.

1.      El Problema del Evangelio diferente

¿Qué pasaba con los gálatas? El gran problema de los gálatas era su sistema de salvación. Básicamente en su sistema de salvación ellos tenían a Cristo por la fe, pero a esto añadieron o querían añadir obras ceremoniales con un fuerte énfasis externo, para alcanzar la salvación. Habían dejado la Salvación por Gracia y la querían transformar en gracia + obras, es decir obras.
Este era su problema, vemos a Pablo tratando este conflicto de la justificación por la fe en los capítulos anteriores. Recordándoles que la palabra de la Salvación no vino por la Ley, sino por la promesa de Abraham, siendo la Ley un tutor o cuidador del pueblo hasta que esta promesa llegara a su pleno cumplimiento.
En la argumentación paulina ahora entra a dar una comparación muy natural a la conciencia y a la naturalidad de la vida y sociedad: El niño cuando es pequeño a pesar de ser heredero legal de la promesa no es heredero de hecho, a causa de su inmadurez (Gál 4:1-3). Entonces está bajo cuidadores y tutores, no siendo su condición en la realidad distinta a la del esclavo, ya que ninguno es beneficiario, digamos, “real” de la herencia.
El apóstol declara: “Así nosotros también éramos niños, y estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo”.
Bajo los rudimentos, quiere decir bajo la tutoría de la ley. Nada había de malo en la ley dada en el monte Sinaí, el problema era que los hombres creían que por medio de ella se alcanzaba la salvación. Es por eso que añadían mandamientos de hombres a la ley y se hacían esclavos de ella; de aquella que solo estaba puesta para ser un tutor.

“Pero cuando vino la plenitud del tiempo. Dios despachó a su Hijo”

Dios solo tiene un unigénito y primogénito que ha estado en comunión eterna y satisfecha. Una felicidad desde la eternidad y hasta la eternidad, Dios despachó a su Hijo, a su único. El hijo de Dios nació de mujer. El Hijo de Dios se hizo Hijo de hombre, obediente a la ley. Para redimir a los hijos de los hombres de la esclavitud y a fin de adoptarlos como hijos.
¿Por qué El hijo de Dios mismo tuvo que venir? Solo Dios tiene el poder. ¿Por qué se tuvo que hacer hombre? Porque el hombre debe.
Nacido bajo ley: Obediencia y desobediencia. ¡Vino a someterse a ella!  
Redimir a los hijos de los hombres ver Gál 3:13, para ser adoptados. El objetivo de la visitación del Hijo natural de Dios es nuestra liberación de la maldición. ¿Cómo nos redime? El creador de la Ley, Nace bajo ley: Obediencia y desobediencia. ¡Vino a someterse a ella!  Dos filos de la Ley.
Y para que nos vino a liberar la maldición? El texto nos comunica que su objetivo fue para adoptarnos como Hijos.
“Este fue el fin de su encarnación, hacernos hijos de Dios. El Hijo de Dios se hizo Hijo de hombre para que los Hijos de los hombres fuesen hechos hijos de Dios” (Thomas Hooker)

2.      ¡Qué gloriosa adopción!

La adopción

Pero ¿qué es esto de la adopción? El eterno Hijo de Dios se hizo hombre para adoptarme, pero ¿es que acaso yo era huérfano? Lo cierto es que la comprensión de la adopción celestial sobrepasa a la terrenal en muchos aspectos. No solo estábamos en un orfanato esperando porque un padre amoroso nos adoptara, sino que pertenecíamos a otra familia.

Otra Familia
Verás, la adopción tiene que ver con nuestro estado y posición familiar y en correspondencia con esto, la herencia que nos aplica según la familia a la cual pertenecemos. Lo cierto es que si fuimos adoptados, o necesitamos serlo, quiere decir que estuvimos o estamos fuera y excluidos de esta familia divina.
Las Escrituras son claras en este asunto, Pablo habla a los efesios diciendo que somos hijos de desobediencia. ¿Desobediencia a qué? Claro está: La ley de Dios. Es decir somos hijos del pecado, pertenecemos a la familia de aquellos que han transgredido la santa voluntad de Dios, estamos en la familia de Satanás. En el mismo capítulo dos de esa epístola, en el verso siguiente, pablo dice que éramos “hijos de ira”. ¿Alguna vez te has preguntado por qué el Santo espíritu de Dios quiso registrar estas palabras? “hijos de ira”, significa que somos herederos de la ira de Dios y del infierno a causa de la familia a la cual pertenecemos, y el estado de desobediencia en el cual estamos.
¡Nosotros somos hijos de Abraham! No, ustedes son hijos de vuestro padre el diablo, y las obras de vuestro padre queréis hacer (Juan 8). No somos hijos naturales de Dios, somos hijos naturales de Satán. Aquella es nuestra condición y aquella es nuestra herencia.

Dios es un Padre adoptivo
Dios es un Padre adoptivo. Él se acuerda de que somos polvo y se compadece.  Su amor sobrepasa todo entendimiento. A pesar de estar en un estado de miseria, él envía a su Hijo a rescatarnos con el fin de adoptarnos.
La adopción es una transferencia de las tinieblas al reino de su amado Hijo.  Trasladado de un estado de miseria y bajeza a un estado de excelencia y dignidad. Es ser recibido y contado con el número de sus hijos, solo mediante Jesucristo. Es recibir por la fe en Cristo y en su obra el derecho y la potestad de ser llamado Hijo de Dios. Somos sacados del rebaño que es pastoreado por la muerte, y somos puestos bajo el cayado del buen pastor que nos hace yacer junto a delicados pastos.
¡Qué privilegio ser favorito en el día del juicio final! Que el legislador del universo sea tu padre, y el juez de toda la tierra es tu hermano mayor. “Anunciaré a mis hermanos tu nombre, yo confiaré en él yo y los hijos que Dios me dio” ¡Oh bendita adopción! Ser hijo del Rey, y heredero de él y coheredero con Cristo. ¡No eres más un esclavo! Sino un hijo. Jeremías Burrohghs dijo que si supiéramos que significa este privilegio, todas las riquezas de este mundo nos parecerían como estiércol en comparación con la gloria de la herencia celeste.
Nada tiene que ver contigo tu familia anterior. Tu padre te ha rescatado de ese pernicioso destino. ¿Qué tengo que ver yo con la familia del diablo? ¿Qué tengo que ver yo con ser un hijo de ira? ¿Qué tiene que ver mi estado con el amor y deleite en el pecado? ¿Qué tienen que ver las tinieblas con la luz? A los hijos adoptados de Dios les es entregado un nuevo corazón y nuevo Espíritu, una nueva voluntad y nuevos deseos ¡Oh! Nada tenemos que ver con el padre de mentira, sino que nuestro padre es padre de verdad. “Seré a vosotros por padre y vosotros me seréis hijos e hijas dice el Señor todo poderoso” Deja que esas palabras resuenen en tus oídos, deja que esta promesa satisfaga tu alma: “Yo seré tu padre y tú serás mi hijo, tú serás mi hija”.
Oh, sí investigaras en tu genealogía y vieras que tu tatarabuelo fue un príncipe de renombre, y que en tus venas corre sangre de nobles guerreros o digno señores y reyes. ¡Cuánta emoción traería! ¡Cuánto nos gloriaríamos en ellos! Mírame yo soy Gangas, mi apellido proviene del gran Gen Gis Can. Rey de los unos. Gran guerrero. [Esto es una hipérbole] Pero tu linaje es divino, el tesoro guardado en los cielos sobre pasa toda gloria humana. Si buscas en tu genealogía encontrarás que tu hermano mayor es la causa de la existencia del universo, y que tu Padre es el todo poderoso, el Santo de Israel, tu hacedor. ¡Cuánto gozo debería inflamar esta comprensión! Soy un hijo, soy una hija de Dios.
Todos los títulos terrenales se desvanecerán por la muerte ¿dónde quedarán tus títulos, y reconocimientos humanos?  Tu estudios, los diplomas, los certificados, todo ello. Pero tu derecho de ser hijo de Dios no será enmudecido por la tumba, sino que cuando llegues a la presencia de Dios ahí estará tu derecho como heredero. He aquí, viene mi hijo. Esto nunca cesará.

El fundamento de nuestra adopción
La base de nuestra adopción el fundamento, es nuestra unión con Cristo.  La cabeza es el Hijo de Dios, también su cuerpo, también su iglesia. Cristo viene, te toma como su esposa, y son uno. Pues el que se une al Señor un Espíritu es con él. Y en virtud de sus méritos y su herencia como hijo, tú eres recibido en el seno del padre.
Miren cual amor les ha dado el padre al hacerlo hijos de Dios (1 Jn 3:1). Lo primero que hacer aquí es contemplar, esta es la primera aplicación del Sermón. Mira el amor de Dios en enviar a su Único Hijo a Encarnarse, para que tú, en tu estado de miseria seas trasladado a su herencia y seas llamado un Hijo de Dios.

¿Sabes de ser adoptado?
¿Tienes conciencia de este derecho? ¿Has encontrado profundo consuelo en este pensamiento glorioso de ser hecho un hijo de Dios por voluntad y poder divino? Pregúntate: ¿Estoy unido a Cristo y por tanto soy un hijo? ¿Mi herencia está en los cielos o en la tierra? Esta pregunta es tan fácil de contestar solo  por mirar donde tu corazón vive. ¿Tu corazón vive en Dios? ¿O tu corazón vive en el pecado? ¿Tienes un corazón para Dios, o tienes un corazón para desobedecer? ¿Vives en desobediencia o en agradecimiento?
Los gálatas olvidaron su adopción y tú ¿la has olvidado? O más importante aún: ¿la tienes?

3.      El Espíritu de adopción
Una de entre las muchas características de los hijos de Dios son sus deseos profundos más íntimos. Los deseos provienen del Espíritu. El Espíritu que opera en los hijos de desobediencia expele deseos para andar en su carne; del Espíritu del Hijo, o del Espíritu de Adopción, se derraman los deseos para andar en santidad, en agradecimiento al Padre.
Leamos juntos el verso 6.
¡Abba Padre! Ese es el clamor del Espíritu del Hijo (El hijo por toda la eternidad tiene esta relación íntima) y por cuanto tú estás unido al Hijo por su Espíritu enviado por el Padre, clamas mediante el Espíritu: “¡Papá!” Es una forma en español de decir la relación íntima, el clamor ferviente del adoptado. El responde a la promesa “Yo seré tu padre y tú serás mi hijo” y el corazón del adoptado gime con lágrimas: “¡Papito!” o ¡“Papá”!
Este Sello (enviar el Espíritu a nuestro corazón), es la garantía de nuestra herencia. Recibir esta seguridad, de ser un hijo de Dios, junto con los deseos que te llevan a llamar a Dios “papá” son grandes privilegios que solo los que han nacido de lo alto poseen.
Cuando la Escritura dice que el Espíritu da testimonio a nuestro Espíritu de que somos hijos de dios, esto no significa que hay una vocecita interna, o del más allá que te susurra. Acorde al apóstol todo aquel que es guiado o liderado y dominado por el Espíritu de Adopción es Hijo de Dios. Cuando tú puedes exclamar sinceramente desde un deseo Santo: “Abba Padre”, este es un testimonio cierto de tu filiación. La garantía es tu seguridad en Cristo, y eso solo lo produce el Espíritu santo, seguridad de perdón y adopción es una obra sobrenatural. Deseos de amor hacia Cristo es un milagro maravilloso. Amas lo que antes odiabas, deseas lo que antes era repugnante para ti, eres atraído a lo que antes aborrecías. Y es al revés con el pecado. Esa es la seguridad y el testimonio del Espíritu “hablando” a nuestro Espíritu.
También es importante señalar que la palabra “clamando” es distinta a “invocando” y que este Espíritu es dado al corazón y no a la mente. Por romanos 8, sabemos que este clamor está en un contexto de aflicción o prueba. “Abba Padre”, las aflicciones presentes no se comparan a la gloria venidera. Así que este clamor es algo que pasa en el corazón en muchas ocasiones en los tiempos de prueba y dependencia de nuestro padre.

4.      ¿Tienes el Espíritu de adopción?
El Espíritu busca la gloria de Dios. ¿Buscas tú la gloria de Dios en todo lo que haces? Sabemos que aún hay una lucha en nuestros miembros por las reliquias o los restos del pecado que permanecen en nuestro cuerpo. Una batalla de deseos es librada todas las mañanas, tardes y noches en nuestra alma. ¿Sabes algo de esta batalla? ¿Sabes de victorias?
Verás, este clamor íntimo que emana del mismo espíritu de Cristo en nosotros, es el clamor para luchar con nuestras debilidades, las providencias oscuras y agradecer por las claras. Este espíritu agradece cuando hay pan en la mesa, y encomienda su causa cuando falta. Este clamor íntimo  se da “si nuestra senda está inundada de paz” “o la cubre un mar de aflicción”. ¿Sabes de este clamor? ¡Papá! Ayúdame en mi debilidad. Papá gracias por tu don y el pan de cada día. ¿Encomiendas a Dios tu causa? ¿Confías en él como padre? ¿Rindes a él tus problemas? O eres independiente de él. Esto es fácilmente visible por tu vida de oración. Vives dependiente o eres autosuficiente es una pregunta que contestan no tu boca, sino tus rodillas.
Dime, ¿qué hace un hijo? Corre siempre a su padre en su impotencia. ¿Te sientes impotente del mañana? O dices: Vallamos trafiquemos, vendamos y ganemos. ¿Qué traerá el mañana? Puede traer prosperidad, puede traer avivamiento a la IRM, o puede traer cáncer. ¡No sabemos que es del mañana! Pero si nuestro corazón esta afirmado en esta preciosa joya de la adopción, hermanos viviremos como flotando en el aire, nuestros ojos en los tesoros celestiales, nuestra mirada en Cristo. Viviremos en paz, entregando todo a Dios confiando en él teniendo felicidad y contentamiento en él.
Como dije en un principio, la causa de que haya queja, envidia, depresión, ansiedad, turbación, falta de contentamiento en la vida de un creyente, es que ha olvidado quien es en Cristo, su identidad de hijo. Dios envía pruebas hermanos, Dios envía sufrimiento. La Biblia no dice que el cristianismo es un camino sin sufrimiento, lo es. El punto de todo esto es que nosotros elevamos nuestros ojos más allá de las circunstancias, ponemos la mirada en las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de la majestad. No nos elevamos con soberbia y decimos a Dios ¿Por qué estás haciendo así? Hermanos, ¿se imaginan al vaso de barro reclamando al alfarero porque tuvo que hacerle una abertura arriba? ¿O al oro mientras es afinado en el fuego a quejarse porque no quiere ser tan purificado? Así parecemos cuando vivimos infelices en nuestro cristianismo, todo como una tarea pesada, deprimidos, refunfuñando contra Dios. Hermanos el evangelio es gozo, alegría y paz. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Estas cosas no debemos dejar de recordar. Dios es mucho más sabio que nosotros, si él lo hizo así es porque créeme que así es mejor para tu alma. Créeme que todo lo hace con un propósito y porque te ama. Todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios. Incluso el robo de un auto, o una enfermedad inoperable.

5.      ¿Esclavo o Hijo?
Tenemos este último sorbo de miel para hoy, el verso 7. “no eres esclavo, sino hijo y si hijo también heredero por medio de Cristo”.
Te pregunto: ¿a qué estas esclavizado? ¿Estás esclavizado? ¿Estás esclavizado a un “evangelio” de normas humanas para ser feliz? ¿Estás esclavizado a algún pecado en específico? ¿Estás esclavizado a alguna banalidad de este mundo? ¿Estás heredando la ira y las temporalidades de este mundo?
Deja de ser un esclavo. Deja esa agua amarga y triste, No puede satisfacer tu sed. No te dará alegría, propósito, bienestar duradero. Ven a los brazos de Cristo, tu herencia es habitar en el seno de tu padre; tu herencia es tener comunión con tu hermano mayor Jesucristo. Tu herencia es la felicidad que solo él te puede entregar a los pies de su cruz.
Recibe la invitación de la adopción por medio de Cristo, de otra forma y por otro medio estarás en la familia del diablo y la herencia que te espera es llanto y crujir de dientes.
¿Eres un hijo de Dios y eres heredero por medio de Cristo? Te exhorto: Honra a tu padre, lleva su imagen y glorifícale “vosotros me llamáis padre, y si soy su padre ¿dónde está mi honra? Si soy su Señor donde está mi obediencia? Dice el Señor de los ejércitos”. El hijo se parece en sus rasgos a su padre ¿tú te pareces al tuyo en santidad? ¿Eres hijo? Y amas a tus hermanos que pertenecen a tu familia, o ¿guardas rencor en tu corazón? Perdona, ama, como te amaron a ti, ¿te comprometes a servir a tus hermanos? Sirva, ame. ¿Eres hijo, te pregunto? Y ¿Clamas Papá en la prueba? Entrégate a Dios en la oración y a su palabra. Si Cristo no se avergüenza de llamarte hermano. No nos avergoncemos de llamarle Señor.
Todas nuestras relaciones son moldeas por nuestra adopción:
·         Vemos a Dios como nuestro Padre y nuestra relación entera es transformada
·         Nuestra relación con el mundo cambia, el mundo no nos conoce porque no conoció al Padre.
·         Nuestra relación con el futura cambia, vemos todas las cosas en el prisma del amor de Dios, sean buenas o malas, todas ellas nos ayudan a bien.
·         Nuestra relación con la familia de Dios es totalmente volcada a un amor a aquellos que portan la imagen de nuestro padre también
·         Finalmente la relación con nosotros mismos es cambiada. Nos vemos como quienes somos en Cristo. No somos ni más, ni menos. La perspectiva de hijo nos hace vivir en confianza con el Señor y tener nuestra identidad en él, y en nada más.
Que tengamos una firme convicción y seguridad de nuestra filiación hoy, “Yo seré a vosotros padre y vosotros me seréis por hijos e hijas” y toda la iglesia responde Abba padre, sí papá. Amén. 


Bibliografía Consultada: 


Heirs with Christ (Joel Beeke) 

Gálatas (William Hendriksen)
Sermon on adoption (Jeremiah Burroghs)
Treatise on Adoption (Thomas Hooker) 
The Marrow of divine Theology (William Ames) 
The Economy of the covenants (Herman Witsius)
Systematic Theology (John Brown of Haddington)