lunes, 22 de enero de 2018

Adoptados en el Hijo

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El Sabbat recién pasado, veintidós de enero del año 2018 de nuestro Señor, tuve el privilegio de predicar acerca de las gloria de la adopción en mi iglesia local (Iglesia Reformada de Maipú).
A continuación está el escrito original de donde bosquejé el sermón. Lamentablemente lo que leerás a continuación no es idéntico a la predicación recién pasada, por obvias razones: No leemos sermones, los predicamos. Aún así, espero pueda ser de edificación, ya que varios me insistieron que lo publicara. ¡Soli Deo Gloria! 



Las glorias de la Adopción. (Gál 4:4-7)
Las palabras del apóstol se despachan aquí en bálsamo para la iglesia de Galacia. Este es uno de los mayores privilegios del universo: ser adoptado en la Familia de nuestro Hacedor, El Santo de Israel. Muchos llamaron a la adopción el climax en el orden de la salvación. La doctrina más sublime y a la vez descuidada, por sobre la justificación (que ve a Dios como juez), la santificación (que es solo el cultivo de las características del hijo) La adopción ve a Dios como Padre. Aquella que nos comunica nuestro actual estado de reconciliación.
Me pregunto, si tal doctrina pudo haber sido enseñada a gente insensata y necia, como son llamados estos hermanos en el capítulo precedente, ¿por qué no podrá bañar nuestra alma también que somos tan parecidos a estos gálatas insensatos? Muchos errores cometemos con respecto de cómo pensamos esta doctrina y de cómo la vivimos. Algunas veces nos relacionamos con Dios como un juez que solo está para condenar nuestro pecado; También nos relacionamos con el Señor por medio de lo que no hacemos y no hacemos, como si ganaremos su aceptación por hacer o no hacer tal o cual cosa. Otras veces decimos con tanta liviandad ser hijos de Dios y que todos los son, como si realmente no supiéramos que significa. Hay otros, que llevan el nombre en la frente de hijos de Dios pero viven como no sabiendo quien es su Padre. La ansiedad, la independencia, el orgullo, la codicia, la envidia, las quejas, la falta de contentamiento, son síntomas experienciales que gritan lo poco que conocemos que significa ser adoptados en Cristo.
Esta es una de las razones porque merecidamente Pablo reprende a los Gálatas como “insensatos”. Debemos ver a los gálatas como ellos realmente son: Son hermanos que han olvidado su adopción, y se están relacionando con Dios como por obras.

1.      El Problema del Evangelio diferente

¿Qué pasaba con los gálatas? El gran problema de los gálatas era su sistema de salvación. Básicamente en su sistema de salvación ellos tenían a Cristo por la fe, pero a esto añadieron o querían añadir obras ceremoniales con un fuerte énfasis externo, para alcanzar la salvación. Habían dejado la Salvación por Gracia y la querían transformar en gracia + obras, es decir obras.
Este era su problema, vemos a Pablo tratando este conflicto de la justificación por la fe en los capítulos anteriores. Recordándoles que la palabra de la Salvación no vino por la Ley, sino por la promesa de Abraham, siendo la Ley un tutor o cuidador del pueblo hasta que esta promesa llegara a su pleno cumplimiento.
En la argumentación paulina ahora entra a dar una comparación muy natural a la conciencia y a la naturalidad de la vida y sociedad: El niño cuando es pequeño a pesar de ser heredero legal de la promesa no es heredero de hecho, a causa de su inmadurez (Gál 4:1-3). Entonces está bajo cuidadores y tutores, no siendo su condición en la realidad distinta a la del esclavo, ya que ninguno es beneficiario, digamos, “real” de la herencia.
El apóstol declara: “Así nosotros también éramos niños, y estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo”.
Bajo los rudimentos, quiere decir bajo la tutoría de la ley. Nada había de malo en la ley dada en el monte Sinaí, el problema era que los hombres creían que por medio de ella se alcanzaba la salvación. Es por eso que añadían mandamientos de hombres a la ley y se hacían esclavos de ella; de aquella que solo estaba puesta para ser un tutor.

“Pero cuando vino la plenitud del tiempo. Dios despachó a su Hijo”

Dios solo tiene un unigénito y primogénito que ha estado en comunión eterna y satisfecha. Una felicidad desde la eternidad y hasta la eternidad, Dios despachó a su Hijo, a su único. El hijo de Dios nació de mujer. El Hijo de Dios se hizo Hijo de hombre, obediente a la ley. Para redimir a los hijos de los hombres de la esclavitud y a fin de adoptarlos como hijos.
¿Por qué El hijo de Dios mismo tuvo que venir? Solo Dios tiene el poder. ¿Por qué se tuvo que hacer hombre? Porque el hombre debe.
Nacido bajo ley: Obediencia y desobediencia. ¡Vino a someterse a ella!  
Redimir a los hijos de los hombres ver Gál 3:13, para ser adoptados. El objetivo de la visitación del Hijo natural de Dios es nuestra liberación de la maldición. ¿Cómo nos redime? El creador de la Ley, Nace bajo ley: Obediencia y desobediencia. ¡Vino a someterse a ella!  Dos filos de la Ley.
Y para que nos vino a liberar la maldición? El texto nos comunica que su objetivo fue para adoptarnos como Hijos.
“Este fue el fin de su encarnación, hacernos hijos de Dios. El Hijo de Dios se hizo Hijo de hombre para que los Hijos de los hombres fuesen hechos hijos de Dios” (Thomas Hooker)

2.      ¡Qué gloriosa adopción!

La adopción

Pero ¿qué es esto de la adopción? El eterno Hijo de Dios se hizo hombre para adoptarme, pero ¿es que acaso yo era huérfano? Lo cierto es que la comprensión de la adopción celestial sobrepasa a la terrenal en muchos aspectos. No solo estábamos en un orfanato esperando porque un padre amoroso nos adoptara, sino que pertenecíamos a otra familia.

Otra Familia
Verás, la adopción tiene que ver con nuestro estado y posición familiar y en correspondencia con esto, la herencia que nos aplica según la familia a la cual pertenecemos. Lo cierto es que si fuimos adoptados, o necesitamos serlo, quiere decir que estuvimos o estamos fuera y excluidos de esta familia divina.
Las Escrituras son claras en este asunto, Pablo habla a los efesios diciendo que somos hijos de desobediencia. ¿Desobediencia a qué? Claro está: La ley de Dios. Es decir somos hijos del pecado, pertenecemos a la familia de aquellos que han transgredido la santa voluntad de Dios, estamos en la familia de Satanás. En el mismo capítulo dos de esa epístola, en el verso siguiente, pablo dice que éramos “hijos de ira”. ¿Alguna vez te has preguntado por qué el Santo espíritu de Dios quiso registrar estas palabras? “hijos de ira”, significa que somos herederos de la ira de Dios y del infierno a causa de la familia a la cual pertenecemos, y el estado de desobediencia en el cual estamos.
¡Nosotros somos hijos de Abraham! No, ustedes son hijos de vuestro padre el diablo, y las obras de vuestro padre queréis hacer (Juan 8). No somos hijos naturales de Dios, somos hijos naturales de Satán. Aquella es nuestra condición y aquella es nuestra herencia.

Dios es un Padre adoptivo
Dios es un Padre adoptivo. Él se acuerda de que somos polvo y se compadece.  Su amor sobrepasa todo entendimiento. A pesar de estar en un estado de miseria, él envía a su Hijo a rescatarnos con el fin de adoptarnos.
La adopción es una transferencia de las tinieblas al reino de su amado Hijo.  Trasladado de un estado de miseria y bajeza a un estado de excelencia y dignidad. Es ser recibido y contado con el número de sus hijos, solo mediante Jesucristo. Es recibir por la fe en Cristo y en su obra el derecho y la potestad de ser llamado Hijo de Dios. Somos sacados del rebaño que es pastoreado por la muerte, y somos puestos bajo el cayado del buen pastor que nos hace yacer junto a delicados pastos.
¡Qué privilegio ser favorito en el día del juicio final! Que el legislador del universo sea tu padre, y el juez de toda la tierra es tu hermano mayor. “Anunciaré a mis hermanos tu nombre, yo confiaré en él yo y los hijos que Dios me dio” ¡Oh bendita adopción! Ser hijo del Rey, y heredero de él y coheredero con Cristo. ¡No eres más un esclavo! Sino un hijo. Jeremías Burrohghs dijo que si supiéramos que significa este privilegio, todas las riquezas de este mundo nos parecerían como estiércol en comparación con la gloria de la herencia celeste.
Nada tiene que ver contigo tu familia anterior. Tu padre te ha rescatado de ese pernicioso destino. ¿Qué tengo que ver yo con la familia del diablo? ¿Qué tengo que ver yo con ser un hijo de ira? ¿Qué tiene que ver mi estado con el amor y deleite en el pecado? ¿Qué tienen que ver las tinieblas con la luz? A los hijos adoptados de Dios les es entregado un nuevo corazón y nuevo Espíritu, una nueva voluntad y nuevos deseos ¡Oh! Nada tenemos que ver con el padre de mentira, sino que nuestro padre es padre de verdad. “Seré a vosotros por padre y vosotros me seréis hijos e hijas dice el Señor todo poderoso” Deja que esas palabras resuenen en tus oídos, deja que esta promesa satisfaga tu alma: “Yo seré tu padre y tú serás mi hijo, tú serás mi hija”.
Oh, sí investigaras en tu genealogía y vieras que tu tatarabuelo fue un príncipe de renombre, y que en tus venas corre sangre de nobles guerreros o digno señores y reyes. ¡Cuánta emoción traería! ¡Cuánto nos gloriaríamos en ellos! Mírame yo soy Gangas, mi apellido proviene del gran Gen Gis Can. Rey de los unos. Gran guerrero. [Esto es una hipérbole] Pero tu linaje es divino, el tesoro guardado en los cielos sobre pasa toda gloria humana. Si buscas en tu genealogía encontrarás que tu hermano mayor es la causa de la existencia del universo, y que tu Padre es el todo poderoso, el Santo de Israel, tu hacedor. ¡Cuánto gozo debería inflamar esta comprensión! Soy un hijo, soy una hija de Dios.
Todos los títulos terrenales se desvanecerán por la muerte ¿dónde quedarán tus títulos, y reconocimientos humanos?  Tu estudios, los diplomas, los certificados, todo ello. Pero tu derecho de ser hijo de Dios no será enmudecido por la tumba, sino que cuando llegues a la presencia de Dios ahí estará tu derecho como heredero. He aquí, viene mi hijo. Esto nunca cesará.

El fundamento de nuestra adopción
La base de nuestra adopción el fundamento, es nuestra unión con Cristo.  La cabeza es el Hijo de Dios, también su cuerpo, también su iglesia. Cristo viene, te toma como su esposa, y son uno. Pues el que se une al Señor un Espíritu es con él. Y en virtud de sus méritos y su herencia como hijo, tú eres recibido en el seno del padre.
Miren cual amor les ha dado el padre al hacerlo hijos de Dios (1 Jn 3:1). Lo primero que hacer aquí es contemplar, esta es la primera aplicación del Sermón. Mira el amor de Dios en enviar a su Único Hijo a Encarnarse, para que tú, en tu estado de miseria seas trasladado a su herencia y seas llamado un Hijo de Dios.

¿Sabes de ser adoptado?
¿Tienes conciencia de este derecho? ¿Has encontrado profundo consuelo en este pensamiento glorioso de ser hecho un hijo de Dios por voluntad y poder divino? Pregúntate: ¿Estoy unido a Cristo y por tanto soy un hijo? ¿Mi herencia está en los cielos o en la tierra? Esta pregunta es tan fácil de contestar solo  por mirar donde tu corazón vive. ¿Tu corazón vive en Dios? ¿O tu corazón vive en el pecado? ¿Tienes un corazón para Dios, o tienes un corazón para desobedecer? ¿Vives en desobediencia o en agradecimiento?
Los gálatas olvidaron su adopción y tú ¿la has olvidado? O más importante aún: ¿la tienes?

3.      El Espíritu de adopción
Una de entre las muchas características de los hijos de Dios son sus deseos profundos más íntimos. Los deseos provienen del Espíritu. El Espíritu que opera en los hijos de desobediencia expele deseos para andar en su carne; del Espíritu del Hijo, o del Espíritu de Adopción, se derraman los deseos para andar en santidad, en agradecimiento al Padre.
Leamos juntos el verso 6.
¡Abba Padre! Ese es el clamor del Espíritu del Hijo (El hijo por toda la eternidad tiene esta relación íntima) y por cuanto tú estás unido al Hijo por su Espíritu enviado por el Padre, clamas mediante el Espíritu: “¡Papá!” Es una forma en español de decir la relación íntima, el clamor ferviente del adoptado. El responde a la promesa “Yo seré tu padre y tú serás mi hijo” y el corazón del adoptado gime con lágrimas: “¡Papito!” o ¡“Papá”!
Este Sello (enviar el Espíritu a nuestro corazón), es la garantía de nuestra herencia. Recibir esta seguridad, de ser un hijo de Dios, junto con los deseos que te llevan a llamar a Dios “papá” son grandes privilegios que solo los que han nacido de lo alto poseen.
Cuando la Escritura dice que el Espíritu da testimonio a nuestro Espíritu de que somos hijos de dios, esto no significa que hay una vocecita interna, o del más allá que te susurra. Acorde al apóstol todo aquel que es guiado o liderado y dominado por el Espíritu de Adopción es Hijo de Dios. Cuando tú puedes exclamar sinceramente desde un deseo Santo: “Abba Padre”, este es un testimonio cierto de tu filiación. La garantía es tu seguridad en Cristo, y eso solo lo produce el Espíritu santo, seguridad de perdón y adopción es una obra sobrenatural. Deseos de amor hacia Cristo es un milagro maravilloso. Amas lo que antes odiabas, deseas lo que antes era repugnante para ti, eres atraído a lo que antes aborrecías. Y es al revés con el pecado. Esa es la seguridad y el testimonio del Espíritu “hablando” a nuestro Espíritu.
También es importante señalar que la palabra “clamando” es distinta a “invocando” y que este Espíritu es dado al corazón y no a la mente. Por romanos 8, sabemos que este clamor está en un contexto de aflicción o prueba. “Abba Padre”, las aflicciones presentes no se comparan a la gloria venidera. Así que este clamor es algo que pasa en el corazón en muchas ocasiones en los tiempos de prueba y dependencia de nuestro padre.

4.      ¿Tienes el Espíritu de adopción?
El Espíritu busca la gloria de Dios. ¿Buscas tú la gloria de Dios en todo lo que haces? Sabemos que aún hay una lucha en nuestros miembros por las reliquias o los restos del pecado que permanecen en nuestro cuerpo. Una batalla de deseos es librada todas las mañanas, tardes y noches en nuestra alma. ¿Sabes algo de esta batalla? ¿Sabes de victorias?
Verás, este clamor íntimo que emana del mismo espíritu de Cristo en nosotros, es el clamor para luchar con nuestras debilidades, las providencias oscuras y agradecer por las claras. Este espíritu agradece cuando hay pan en la mesa, y encomienda su causa cuando falta. Este clamor íntimo  se da “si nuestra senda está inundada de paz” “o la cubre un mar de aflicción”. ¿Sabes de este clamor? ¡Papá! Ayúdame en mi debilidad. Papá gracias por tu don y el pan de cada día. ¿Encomiendas a Dios tu causa? ¿Confías en él como padre? ¿Rindes a él tus problemas? O eres independiente de él. Esto es fácilmente visible por tu vida de oración. Vives dependiente o eres autosuficiente es una pregunta que contestan no tu boca, sino tus rodillas.
Dime, ¿qué hace un hijo? Corre siempre a su padre en su impotencia. ¿Te sientes impotente del mañana? O dices: Vallamos trafiquemos, vendamos y ganemos. ¿Qué traerá el mañana? Puede traer prosperidad, puede traer avivamiento a la IRM, o puede traer cáncer. ¡No sabemos que es del mañana! Pero si nuestro corazón esta afirmado en esta preciosa joya de la adopción, hermanos viviremos como flotando en el aire, nuestros ojos en los tesoros celestiales, nuestra mirada en Cristo. Viviremos en paz, entregando todo a Dios confiando en él teniendo felicidad y contentamiento en él.
Como dije en un principio, la causa de que haya queja, envidia, depresión, ansiedad, turbación, falta de contentamiento en la vida de un creyente, es que ha olvidado quien es en Cristo, su identidad de hijo. Dios envía pruebas hermanos, Dios envía sufrimiento. La Biblia no dice que el cristianismo es un camino sin sufrimiento, lo es. El punto de todo esto es que nosotros elevamos nuestros ojos más allá de las circunstancias, ponemos la mirada en las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de la majestad. No nos elevamos con soberbia y decimos a Dios ¿Por qué estás haciendo así? Hermanos, ¿se imaginan al vaso de barro reclamando al alfarero porque tuvo que hacerle una abertura arriba? ¿O al oro mientras es afinado en el fuego a quejarse porque no quiere ser tan purificado? Así parecemos cuando vivimos infelices en nuestro cristianismo, todo como una tarea pesada, deprimidos, refunfuñando contra Dios. Hermanos el evangelio es gozo, alegría y paz. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Estas cosas no debemos dejar de recordar. Dios es mucho más sabio que nosotros, si él lo hizo así es porque créeme que así es mejor para tu alma. Créeme que todo lo hace con un propósito y porque te ama. Todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios. Incluso el robo de un auto, o una enfermedad inoperable.

5.      ¿Esclavo o Hijo?
Tenemos este último sorbo de miel para hoy, el verso 7. “no eres esclavo, sino hijo y si hijo también heredero por medio de Cristo”.
Te pregunto: ¿a qué estas esclavizado? ¿Estás esclavizado? ¿Estás esclavizado a un “evangelio” de normas humanas para ser feliz? ¿Estás esclavizado a algún pecado en específico? ¿Estás esclavizado a alguna banalidad de este mundo? ¿Estás heredando la ira y las temporalidades de este mundo?
Deja de ser un esclavo. Deja esa agua amarga y triste, No puede satisfacer tu sed. No te dará alegría, propósito, bienestar duradero. Ven a los brazos de Cristo, tu herencia es habitar en el seno de tu padre; tu herencia es tener comunión con tu hermano mayor Jesucristo. Tu herencia es la felicidad que solo él te puede entregar a los pies de su cruz.
Recibe la invitación de la adopción por medio de Cristo, de otra forma y por otro medio estarás en la familia del diablo y la herencia que te espera es llanto y crujir de dientes.
¿Eres un hijo de Dios y eres heredero por medio de Cristo? Te exhorto: Honra a tu padre, lleva su imagen y glorifícale “vosotros me llamáis padre, y si soy su padre ¿dónde está mi honra? Si soy su Señor donde está mi obediencia? Dice el Señor de los ejércitos”. El hijo se parece en sus rasgos a su padre ¿tú te pareces al tuyo en santidad? ¿Eres hijo? Y amas a tus hermanos que pertenecen a tu familia, o ¿guardas rencor en tu corazón? Perdona, ama, como te amaron a ti, ¿te comprometes a servir a tus hermanos? Sirva, ame. ¿Eres hijo, te pregunto? Y ¿Clamas Papá en la prueba? Entrégate a Dios en la oración y a su palabra. Si Cristo no se avergüenza de llamarte hermano. No nos avergoncemos de llamarle Señor.
Todas nuestras relaciones son moldeas por nuestra adopción:
·         Vemos a Dios como nuestro Padre y nuestra relación entera es transformada
·         Nuestra relación con el mundo cambia, el mundo no nos conoce porque no conoció al Padre.
·         Nuestra relación con el futura cambia, vemos todas las cosas en el prisma del amor de Dios, sean buenas o malas, todas ellas nos ayudan a bien.
·         Nuestra relación con la familia de Dios es totalmente volcada a un amor a aquellos que portan la imagen de nuestro padre también
·         Finalmente la relación con nosotros mismos es cambiada. Nos vemos como quienes somos en Cristo. No somos ni más, ni menos. La perspectiva de hijo nos hace vivir en confianza con el Señor y tener nuestra identidad en él, y en nada más.
Que tengamos una firme convicción y seguridad de nuestra filiación hoy, “Yo seré a vosotros padre y vosotros me seréis por hijos e hijas” y toda la iglesia responde Abba padre, sí papá. Amén. 


Bibliografía Consultada: 


Heirs with Christ (Joel Beeke) 

Gálatas (William Hendriksen)
Sermon on adoption (Jeremiah Burroghs)
Treatise on Adoption (Thomas Hooker) 
The Marrow of divine Theology (William Ames) 
The Economy of the covenants (Herman Witsius)
Systematic Theology (John Brown of Haddington)

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